Cuando yo era aún un niño, imagino que ustedes también, solíamos practicar un juego divertido que se llamaba el juego de las sillas, se trataba de poner sillas en circulo a las cuales íbamos dando vueltas mientras sonaba una musiquilla, en el momento en que la música paraba, todos corríamos a ocupar una de las sillas, porque el que llegaba tarde se quedaba fuera.
Bien, dentro de ese juego, era típico ver grupitos de gente que intentaban hacer piña para que cuando la música dejara de sonar, todo el grupito de amigos se quedara con una silla, y el que hacía menos migas(recordemos que en todos los grupos grandes, existían un grupo que estaba más unido y luego gente que aunque intentaban pertenecer al mismo se quedaban fuera sin ningún motivo aparente), se quedara fuera de los primeros.Por supuesto, también existían aquellos que con tal de no perder y no quedarse sin silla apenas se movían para asegurar su puesto, esos eran los que nos hacían enfadar y gritar e incluso tacharles de tramposos. Esa gente no tenía agilidad, tenía miedo a perder y preferían no arriesgarse y no divertirse con tal de conseguir tan preciada silla.